martes, 13 de enero de 2009

Gervasio Sánchez: un periodista de mundo







Gervasio Sánchez nació en Córdoba en 1959 y se licenció en 1984
en Periodismo de la Facultad de Ciencias de la Información de la
Universidad Autónoma de Barcelona. Desde entonces ha trabajado como periodista
independiente para diferentes diarios y revistas, especializándose en conflictos
armados. Reside en la ciudad de Zaragoza desde la década de los ochenta.
Desde 1984 hasta 1992 cubrió la mayor parte de los conflictos armados
habidos en América Latina. Desde 1988 mantiene una estrecha relación con
"HERALDO DE ARAGON". Ha trabajado como enviado especial de este diario
aragonés tanto en la guerra del Golfo como en los distintos conflictos armados en la
antigua Yugoslavia, África, Asia y América Latina. También colabora con la Cadena
SER y con el servicio español de la BBC desde 1994, con el Magazine de LA
VANGUARDIA y con la revista TIEMPO desde el año 2000.
En diciembre de 1994 apareció su libro fotográfico «El Cerco de Sarajevo»,
resumen de su trabajo en la sitiada capital bosnia entre junio de 1992 y marzo de
1994.
En octubre de 1995 inició un nuevo proyecto fotográfico llamado "Vidas
Minadas sobre el impacto de las minas antipersonas sobre las poblaciones civiles en
los países más minados del mundo, entre ellos Afganistán, Angola y Camboya, que
concluyó en noviembre de 1997 con un libro y una exposición. Este proyecto fue
organizado por las organizaciones humanitarias no gubernamentales Manos Unidas,
Médicos Sin Fronteras e Intermón.
En noviembre de 1999, publicó su libro fotográfico "Kosovo, crónica de la
deportación" (Blume) y en febrero de 2000, "Niños de la Guerra", que resume su
trabajo en la última década del siglo XX en más de una quincena de conflictos
armados.
En Mayo de 2001 publicó el libro "La Caravana de la Muerte. Las víctimas de
Pinochet" (Blume).
En diciembre de 2002 publicó "Cinco años después. Vidas Minadas" (Blume)
Durante los años 2000 y 2001 coordinó junto a Manuel Leguineche el libro "Los
ojos de la guerra" (Homenaje de Miguel Gil), editado en noviembre de 2001 por Plaza
y Janés.
En octubre de 2004 publicó junto al escultor y artista plástico Ricardo Calero
"Latidos del Tiempo", un libro catálogo de la exposición del mismo nombre organizada
por los Ayuntamientos de Zaragoza y Sevilla.
En noviembre de 2004 publicó el libro literario "Salvar a los niños soldados" en la
Editorial Debate, la historia del misionero Chema Caballero en Sierra Leona, director
de un programa de rehabilitación de ex combatientes infantiles.
En noviembre de 2005 publicó el libro fotográfico "Sierra Leona. Guerra y Paz"
(Blume).
Premios y nombramientos.
La Asociación de la Prensa de Aragón le otorgó por unanimidad en 1993 el
Premio al Mejor Periodista del Año por su cobertura de la guerra de Bosnia.
El Club Internacional de Prensa de Madrid le concedió en 1994 el Premio al
Mejor Trabajo Gráfico del Año por la cobertura de la guerra de Bosnia.
En 1995 le fue concedido el Premio de Andalucía de Cultura en su modalidad
de Fotografía. El jurado destacó en el acta su «visión generosa y humanitaria,
comprometida con el máximo rigor periodístico, ejemplo del nuevo periodismo que
debe de impulsar a la futuras generaciones de fotógrafos».
En junio de 1996 le fue concedido el Premio Cirilo Rodríguez, el más
prestigioso del Estado español para periodistas que ejercen su labor en el extranjero
como enviados especiales o corresponsales permanentes.
En diciembre de 1997, la Asociación Pro Derechos Humanos de España le
concedió el Premio de Derechos Humanos de Periodismo por su libro «Vidas
minadas» y su trayectoria profesional.
El Ayuntamiento de Zaragoza acordó en septiembre de 1998 concederle el
título de «Hijo Adoptivo» en «reconocimiento a los excepcionales méritos contraídos
en el ejercicio de su actividad como fotógrafo en la que ha destacado por su
sensibilidad social y su denuncia de los horrores de la guerra».
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO) le nombró durante la celebración del 50 aniversario de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, en diciembre de 1998, «Enviado
Especial de la UNESCO por la Paz» por «el extraordinario testimonio que ofrece
mediante la fotografía del calvario que padecen las víctimas de las minas antipersonas
y por su infatigable promoción de una cultura de la paz al sensibilizar a la opinión
pública mundial sobre la necesidad de proscribir estas armas y de ayudar a los
mutilados a reinsertarse en la vida cotidiana».
En julio de 2001, la Diputación Provincial de Zaragoza le concedió la Medalla
de Oro de Santa Isabel de Portugal por "su trayectoria periodística y su compromiso a
favor de la víctimas de la guerra".
En abril de 2004, el Gobierno de Aragón le entregó la Medalla al Mérito
Profesional como "reconocimiento a sus meritorios trabajos como fotógrafo y periodista
especializado en conflictos internacionales que le convierten en los ojos y la
conciencia de la opinión pública". Además, "como testigo de este convulso siglo XXI
representa la cultura, el riesgo y el compromiso de los corresponsales de guerra al
servicio de la verdad".
En noviembre de 2005, recibió el Premio LiberPress en reconocimiento a su
labor "en favor de la libertad de prensa y la denuncia de las injusticias".
En enero de 2006 ha sido galardonado con el Permio Javier Bueno otorgado por
la Asociación de la Prensa de Madrid.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Bodegas Otazu





































miércoles, 10 de diciembre de 2008

Entrevistas




Entrevista III: Ramón Salaverría.




Por qué elegiste vivir en Pamplona?

Pamplona me gusta, aunque no excesivamente. Pero elegí vivir aquí porque hay ciudades que me horrorizan. Me quedo con Pamplona más por comparación. La posibilidad remota de vivir en Madrid queda radicalmente anulada.

¿Por qué?

Me parece muy ingrata y una pérdida de tiempo constante en el desplazamiento. Por eso valoro mucho que todo esté cerca o que mi familia viva a una hora de "carro". El entorno es otra de los puntos a favor, sobre todo por las setas, ¡soy un experto!

























































Entrevista II: Aritz González




"Al ser de costa me agobia no estar cerca del mar"












¿Cuál es el mejor recuerdo de Pamplona?




Más que un recuerdo en concreto que me quedaría con situaciones en general. Por elemplo, ratos con los compañeros en la cafetería de la Universidad. Principalmente los ratos que he pasado con los compañeros, que acaban siendo amigos.








¿Un lugar especial fuera de la Universidad?




La zona de lo viejo para salir por las noches, antes de entrar en la borágine de las discotecas. En concreto Jarauta, ya que ahí está la peña de Javi y el bar Zagit.








¿Qué cambiarías de Pamplona?




Yo vivo cerca del mar y eso Pamplona no me lo puede ofrecer. Los que somos de costa estamos acostumbrados al mar y aquí nos sentimos un poco agobiados. También la montaña. A pesar de eso considero que Pamplona es bonita, muy cómoda, con zonas verdes y con un gran nivel de vida.




Entrevista III: Daniel Gurrea



"El caballo Blanco es una burbuja


que te transporta a una Pamplona medieval"






¿Cuál es tu zona favorita de Pamplona?


Mi zona preferida es la zona vieja, y no solo para salir por las noches. Le tengo cariño especial, porque antes, con mi padre, solía ir por las mañanas por la plaza del Castillo, la catedral o al mercados de las pulgas. Este mercado se abre el primer sábado de cada mes en donde se venden antigüedades. Además, el casco viejo casi todos los meses ofrece actividad.




















¿Y en concreto?


El caballo blanco por sus vistas y la sensación de estar en una Pamplona casi medieval. Es como una burbuja dentro de la ciudad.





Si el Ayuntamiento te diese la opción de remodelar algo ¿qué sería?


Quizá algún proyecto para evitar que la parte vieja se llene de camiones y furgones, aunque es utópico. Escasean también las ofertas de ocio.










martes, 25 de noviembre de 2008

Bodegones

En busca de las naturalezas muertas


Abro la nevera. Busco desesperadamente elementos que pueda utilizar para mi práctica "Los Bodegones". ¡Por fin! He dado con un cajón del frigorífico repleto de frutas y verduras. Me quedo unas manzanas amarillas, y unos pimientos rojos y verdes. Eso sí, selecciono los más frescos y que mejor aspecto tienen.
Ahora toca encontrar diferentes recipientes para introducir los vegetales y que, al menos, queden presentables. También utilizó algunos utensilios de cocina como un cuchillo y un cucharón.

El lugar seleccionado para tomar las fotografías es el salón de mi casa. Ahí, sobre la mesa del comedor, extiendo una toalla negra para que sirva de base, a pesar de las recomendaciones que me dicen que los bodegones se suelen representar sobre una base de madera, normalmente del color de la madera. Pero yo me empeño en hacerlo con una toalla de la ducha negra. Cutre, ya lo sé.
Poco a poco voy colocando y retocando los elementos para variar las posiciones. Me llega otra buena idea desde el área de asesoramiento: "Corta una manzana y pon el cuchillo sobre la fruta atravesada". A quién se le abrá ocurrido...
Por fin finalizo la práctica. Ahora toca recoger, ¡qué pereza! Menos mal que tengo ayuda.






miércoles, 29 de octubre de 2008

Una mañana en el mercado


























Es un día lluvioso y los paraguas abundan en los alrededores del mercado de santo Domingo. Para llegar hasta este edificio he andado durante veinte minutos bajo la lluvia y me alega entrar en el mercado.
Una vez en el interior, lo primero que obsevo es un puesto de flores y a la izquierda aparece ante mi la primera planta de mercado. De esta forma tomo una foto con un plano general y con personas paseando por el espacio.Intento situar los puestos que componen el mercado.
Despúes paseo observando pescados, carnes, frutas, vegetales... e inmortalizo cada uno de los puestos, pasando de un primer plano (como la foto de los huevos) esta instantáneas que muestran un puesto en general y jugando con la distancia entre los objetos, buscando tres planos diferentes.
No me olvido de la floristería de la entrada y fotografío una plana en primer plano y enfocada con un plano más general del mercado, que además está desenfocado.
Posteriormente, subo al segundo piso y fotografío unos murales que se encuentran a lo largo de este piso, aunque no me convencen. También tomo imágenes de una paloma a la que están despellejando y de un cochinillo expuesto.
Esto es todo lo que ha dado de sí el mercado. Ahora solo me queda abrigarme para enfrentarme a la lluvia que sigue cayendo en Pamplona.



Ilustra un artículo

Autor: Antonio Argandoña
Profesor del
IESE
Universidad de Navarra

Fecha: 28 de abril de 2008
Publicado en:
Expansión (Madrid)
Me gusta ir prevenido por la vida: soy de los que se llevan dos libros en los viajes; uno para leer en el puente aéreo, y otro por si el retraso del avión es superior al normal. No me gusta ser cenizo, pero me parece que muchas empresas mirarían el futuro con más optimismo si hubiesen sido previsoras. Por eso, voy a dar algunos consejos a empresarios que no me los piden. Cuando se empieza a ver las orejas al lobo, una buena práctica es diseñar un escenario negativo, pensar cómo nos encontraremos en él y, si el resultado de este ejercicio no es agradable, empezar a pensar qué podemos hacer para salir de él o, mejor aún, para no caer en él.
Estamos ante una pérdida de ritmo que tiene componentes financieros importantes,



porque empieza con el agotamiento de un ciclo expansivo marcado por el dinero abundante y barato y se afianza con una crisis financiera, generada fuera de nuestras fronteras, pero que nos está afectando. El peligro para nuestras empresas es financiero: la no generación de los fondos necesarios para hacer frente no ya a las inversiones, sino ni siquiera a los gastos ordinarios. Y esto puede deberse a factores externos -el crédito es más escaso, más caro y más difícil-, pero, sobre todo, a factores internos al negocio.
Las señales de alarma son bien conocidas. Una caída de las ventas y un incremento de la morosidad: los ingresos caen. Por tanto, los gastos de estructura crecen por encima de las ventas y el endeudamiento progresa más aprisa que las operaciones. Y pronto se sumarán los factores externos: los proveedores pondrán mala cara a la hora de servirnos y los bancos nos pedirán la devolución de los créditos o se negarán a ampliarlos.



















¿Qué podemos hacer en una coyuntura como ésta? Lo primero es reconocer la situación: “Houston, tenemos un problema”. Hay que poner cifras a ese problema: para eso están los balances y las cuentas de resultados provisionales: diseñar escenarios alternativos bajo distintos supuestos, más o menos pesimistas. Y prepararse para lo peor: el plan de emergencia tiene que contemplar una situación verdaderamente difícil, de modo que, a partir de ahí, lo que vaya a ocurrir nunca sea tan grave. El lema debe ser dar prioridad a la liquidez. Reducir los gastos o tener previstos qué gastos vamos a reducir cuándo, en qué cuantía y por qué medios; desinvertir, redimensionar activos, aunque esto puede ser difícil de implementar. Si hace falta, buscar nuevas aportaciones de capital -aún no es tarde para encontrar alguien a quien tentar-, pensar en una fusión o en una venta total o parcial del negocio…
Ya he mencionado otras veces las variables importantes: coste del crédito, disponibilidad de los bancos, evolución de los mercados financieros; perspectivas del empleo y su repercusión sobre las decisiones de gasto de las familias: indicadores de demanda y de consumo, porque por ahí vendrá el contagio de unos sectores a otros. Apóyese en el sector exterior, porque está aguantando bastante bien. Gánese a los clientes para que mantengan su fidelidad: vaya a verlos, hable con ellos, cuénteles sus proyectos, ofréceles algo más que precios bajos… Hable con su banco, pero no espere a tener que decirle que no le puede devolver el crédito. En la crisis hipotecaria norteamericana que empezó el año pasado, una queja unánime de las entidades crediticias fue que los deudores no fueron pronto a contarles sus problemas, lo que impidió el diseño de soluciones apropiadas. No espere soluciones mágicas del Gobierno y no pierda el tiempo lamentándose.

martes, 21 de octubre de 2008

Reflejos. Edificios deformados










Reflejando reflejos

Estas fotografías tienen una complejidad añadida por el hecho de no apuntar directamente al objeto sino a su reflejo. Se ha de andar con mucho cuidado para que salga en la foto únicamente aquello que se busca.

Pero, por otra parte, si salen bien, pueden convertirse en auténticas obras de arte. Eso buscábamos en esta práctica los tres componentes de mi grupo. Y, aunque sin poder llegar a definirlas como tal, hemos quedado contentos con el resultado.

La pasada semana pensamos en cómo podíamos hacer fotos originales con esta temática. E intentamos concretar un poco más la tarea. Se nos ocurrieron diferentes alternativas: reflejos de casas, de espejos interiores, reflejos en el agua… Finalmente nos decantamos por la primera opción, pero con matices.

Para el fin de semana teníamos la misión de fotografiar reflejos de edificios, de tal forma que diese la impresión de que esos edificios estaban partidos o a punto de derruirse. Teníamos la ventaja, además, de que al ser de tres ciudades diferentes, nos podía quedar un trabajo variado y original.

Las dos instantáneas iniciales pertenecen a dos emblemáticos y relativamente nuevos edificios de Bilbao: la nueva sede de Osakidetza y el Museo Guggenheim. Llama la atención especialmente la primera, que debido a sus curvas imposibles parece presentarnos el corazón de la capital vizcaína como si de un cuadro abstracto se tratase. La del museo no es tan espectacular, pero consigue mostrar el contraste entre la pequeña ventana y la inmensidad de la fachada con los paneles de titanio.

El segundo grupo de fotografías está sacado en Pamplona. En ellas aparece un bloque de casas que parece tambalearse, reflejado en el edificio de Hacienda; y otra torre alta, muy curiosa, con una imponente cristalera en su fachada. Este segundo inmueble está situado cerca de la sede de Comisiones Obreras y del Hotel Avenida. Lo que se aprecia es una hilera de diferentes bloques de viviendas, que parecen formar una irregular construcción.

Las últimas fotos pertenecen a Zaragoza. La iglesia de San Miguel reflejada en un portal y una novedosa vista de un patio interior reflejado en un cucharón cierran nuestro trabajo. Da la sensación de que el patio adquiere la forma del cubierto y se convierte en redondo. Hemos incluido esta última imagen para evidenciar que no sólo se pueden encontrar buenos reflejos en las grandes construcciones, sino que hasta con utensilios de cocina se puede convertir la fotografía en arte.

En definitiva, con estas seis instantáneas hemos querido jugar con los efectos ópticos. Edificios deformados y otros rotos en mil pedazos no son más que una de las muchas posibilidades que ofrece la vida observada desde el visor de una cámara de fotos.